
- Corredor de temporada. Dos meses antes del verano se quiere ejercitar por todo lo que no hizo durante el año. Recuperar el tiempo perdido corriendo desaforadamente es una idea poco inteligente. Se lo puede reconocer por un rostro completamente rojo, cuerpo encorvado y brazos vencidos.
- Corredor con mala información. Alguna vez escucho que transpirar quema grasas y de ahí en más se ejercita vestido como para ir a esquiar. Los extremistas utilizan bolsas de nylon en contacto con la piel para acelerar el proceso de deshidratación.
- Corredor negador. Aparenta ser un gran deportista pero la pasa terrible. Se cansa mucho, le falta el aire y le duele el cuerpo pero jamás lo reconoce, al contrario, eleva la cabeza en un forzado gesto de superación.
- Corredor con perrito. Es muy común ver como señores y señoras arrastran a pobres perritos regordetes a correr a su lado. Que quede claro, los animales no tienen la culpa de que sus dueños hayan engordado algunos kilos durante el invierno.
- Corredor estrella. Le gusta que lo vean. Respira ruidosamente, usa ropa deportiva de colores vibrantes, corre a un buen ritmo, no se despeina y algo fundamental: ¡no transpira!
Tanto hablar del ejercicio al aire libre me dieron ganas de salir a correr por el parque. Repaso mentalmente lo que necesito para emprender el camino hacia una vida saludable. Equipo deportivo cómodo y con onda obvio, zapatillas anti impacto, mp4, celular (haber si justo me llaman para decirme algo importante), agua, plata por si tengo que comprar más agua, toalla para secar la transpiración, una campera o buzo por si refresca, desodorante para no apestar, un libro por si me aburro y se me da por leer y claro, una mochila para llevar todo esto.
Pensándolo bien, mejor me quedo en casa, tanto preparativo me agota.