Cuando mi bisabuela María aun vivía, y yo era apenas una infante, solíamos ir TODA LA FAMILIA, TODOS los fines de semana a su casa "quinta" de Don Torcuato, frente al aeródromo; hoy en día, es una infinita división de parcelas y casitas que modificaron absolutamente el paisaje local...
Recuerdo que con mi papá, solíamos ir, después del almuerzo, a ver aterrizar y despegar las avionetas del aeródromo, y que para acompañar el momento, siempre le comprábamos dos gajos de sandia, a un hombre que la vendía en un carro que él mismo empujaba, y que jamás pude entender (y prefiero guardar la magia) como hacía para pasar siempre en el momento exacto en que nosotros salíamos para cruzar la calle y comenzar nuestro paseíto semanal... Una vez dentro del predio, nos sentábamos bajo la sombra de los arboles, en una lomitas con un pasto verde como de plastilina, y que quizá lo recuerdo más verde de lo que era, así como el rojo de esas sandias, cuyo aroma etéreo aún puedo sentir
TEXTO: Sabrina Antivero
ILUSTRACION: Leonardo Barcelona
7 comentarios:
Qué hermoso... qué profundas son las huellas que dejan los recuerdos de la niñez... Los míos no huelen, ni tienen colores... los míos suenan, de la mano de la guitarra de mi hermano, mi papá... Pequeñas delicias de la vida cotidiana!
que bueno es recordar buenos momentos y trasladarlos a las obras, felicitaciones chicos!!!!
me fascino el texto!!!! divino
el dibujo tambien, tiene la marca registrada!
re super todo!
Hay sandia calada y colorada...la sandiaaaaaaaaaaa!
mmmm, me ha llegado el aroma de su recuerdo, qué evocador!
Hola,
Me encanta los dibijos, Precioso!!!!
Gracias por tu visita, un beso mua!!!!
Magaly
Gabi: Gracias por tu hermoso comentario! te esperamos pronto
Alita: Muchas gracias por la visita
P.A.P: Super gracias, que bueno tenerte por acá
Ariel: hay que tener mucho pulso para ser calador de sandia! no es para cualquiera!! Abrazo nos vemos
Kanija: Recuerdos de tardes bajo un árbol acacia! beso, nos vemos
Maga: gracias por pasar! nos vemos pronto
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